lunes, 30 de mayo de 2011

PARTE 13: INCOHERENCIAS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

La historia del Evangelio difícilmente constituye una “biografía” de ningún valor histórico sobre la vida de uno de los supuestos grandes movilizadotes y agitadores del mundo. Lo que registra es una “historia” del desarrollo de las ideas religiosas y cómo son usurpadas y transmitidas de una cultura a otra.

Acharya S


INTROITO


Resumiendo los testimonios de los cuatro evangelistas «inspirados» se obtiene el siguiente cuadro ocurrido en la tumba de Jesús el día de su resurrección: en Mateo dos mujeres, ambas llamadas María, van al sepulcro a ungir con aromas el cadáver; ocurre un terremoto; un ángel baja del cielo; quita la piedra de la entrada del sepulcro y se sienta allí dejando a los guardias sin sentido; luego Jesús en persona se presenta ante las dos mujeres. En Marcos son tres las mujeres [a las dos Marías se les suma Salomé] que van a ungir el cuerpo; no hay terremoto; la piedra de la entrada ya ha sido quitada; un joven está sentado dentro de la tumba; nunca se menciona a los guardias; Jesús no se presenta a ante las tres mujeres, sino solamente a María Magdalena. En Lucas, las mujeres, que siguen llevando aromas para ungir el cuerpo, son las dos Marías, Juana, que reemplaza a Salomé, y otras cuyo número no se indica; tampoco hay terremoto ni guardias; se aparecen, no uno, sino dos hombres; ellas corrieron a avisar a los discípulos; Pedro da fe del hecho prodigioso; nunca se presenta Jesús ante las mujeres. En Juan sólo hay una mujer, María Magdalena, que no va a ungir ningún cadáver; no ve a nadie en la tumba; corre a avisar, no a todos los discípulos, sino a solamente a Pedro y a otro [el discípulo amado], quienes certifican el suceso; después, cuando María quedó llorando fuera, se aparecen dos ángeles sentados en el interior del sepulcro; por último, Jesús se le aparece a ella en persona. No hay explicación para tantas diferencias en textos supuestamente escritos por testigos directos de los acontecimientos. La única explicación racional posible para estas contradicciones es que esta «resurrección» sea una pura elaboración mítica. A pesar de las notables incoherencias de los evangelistas, Pablo de Tarso, ingenuamente, se aventura a escribir: “Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe” [1 Corintios 15,14].

 

LAS MUJERES EN LA TUMBA


Mateo 28,1 dos mujeres se dirigen a la tumba de Jesús: “Después del sábado, que amanece para el primer día de la semana, vino María Magdalena, y la otra María, a ver el sepulcro”. En Marcos 16,1-2: son tres las mujeres: “Y como pasó el sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron drogas aromáticas, para venir a ungirle. Muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro apenas salido el sol”. Lucas 24:1,10 no da un número exacto: “El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado… Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás que estaban con ellas”. Juan 20,1 indica que sólo es una mujer, y ninguna otra: “Y el primer día de la semana, muy de mañana, siendo aún oscuro, María Magdalena fue al sepulcro; y vio la piedra quitada del sepulcro”. nota 1: Los evangelistas coinciden al decir que la visita de las mujeres a al sepulcro sucedió «el primer día de la semana». Pero al momento de referirse a la cantidad de mujeres que fueron allí, se contradicen totalmente. Al final, es imposible saber cuántas damas realmente acudieron al sepulcro. Si los autores de los evangelios escriben con «inspiración divina», son inexplicables sus desacuerdos en cuanto al número de mujeres testigos de la resurrección. nota 2: Marcos y Lucas exhiben una torpeza narrativa al dar como objetivo de las mujeres ungir con perfumes a Jesús, pues según la ley judía, una vez sepultado un cadáver se consideraba impuro [“No se contaminen a causa de algún difunto de su pueblo”: Levítico 21,1]. En este sentido, la unción con aromas se hacía antes de la sepultura y nunca después. Además, es ilógico el deseo de ungir con perfumes a un cadáver que ya se estaría descomponiendo, sobre todo, asumiendo que José de Arimatea y Nicodemo ya lo había hecho [“Nicodemo… llevó un compuesto de mirra y áloe, como 100 libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, de acuerdo con la costumbre judía de sepultar”: Juan 19,39-40]. nota 3: Parece ficticia la exagerada cantidad [¡«cien libras»!] de aromas para ungir un cadáver. ¿Cuál sería el motivo de poner tanto perfume a un cadáver?

 

LOS ÁNGELES EN EL SEPULCRO


Mateo 28,2-9: Cuando las mujeres van al sepulcro, se les presenta un ángel: “Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y acercándose removió la piedra del sepulcro… Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Los guardias, atemorizados…quedaron como muertos. El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí; ha resucitado… En esto, Jesús les salió al encuentro… Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron”. Marcos 16,5-7 no menciona ningún ángel bajado del cielo, sino uno que ya se encontraba en el sepulcro a la llegada de las mujeres; no hay rastro de los guardias: “En cuanto salió el sol, vinieron al sepulcro… Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy grande. Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca, y quedaron sobrecogidas de espanto”. En Lucas 24,2-12 no hay terremoto ni guardias, además el ángel ya no es uno, sino dos: “Y encontraron removida del sepulcro la piedra, y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús… Se les presentaron dos hombres vestidos de vestiduras resplandecientes… Y les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí; ha resucitado”. Según Juan 20,2-10 no hay terremoto, ni guardias ni ángeles, pues María Magdalena no ve a nadie en el sepulcro, entonces: “corrió y vino a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba… Salió, pues, Pedro y el otro discípulo y fueron al sepulcro. Ambos corrían; pero el otro discípulo… llegó primero… sin embargo, no entró. Llegó Simón Pedro después de él, y entró en el sepulcro y vio las fajas allí colocadas, y el sudario”. En el instante que se van los discípulos, recién allí se presentan los ángeles y el mismo Jesús en persona: “Estaba María Magdalena junto al sepulcro fuera llorando… se inclinó hacia el sepulcro y vio dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús… Y ellos le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les respondió: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie… Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré. Jesús le dijo: María. Volviéndose ella, le dijo… Maestro” [Juan 20,11-16]. nota: Lo único coincidente en estos textos es la desaparición del cuerpo de Jesús y en el color blanco/luminoso de la vestimenta de los ángeles. En los demás detalles, estos «testimonios» contienen muchas contradicciones al narrar el hecho más trascendental del cristianismo, al punto de poner en duda la veracidad en la resurrección de Jesús como suceso real. La evidente conclusión es que estos pasajes no pueden tener la más mínima credibilidad.

 

LA INCREDULIDAD DE LOS APÓSTOLES


Lucas 24,11: Los apóstoles no creen en la resurrección de Jesús: Les parecieron desatinos tales relatos el sepulcro vacío que habían encontrado las mujeres y no los creyeron”. Marcos 16,8-13: María Magdalena se lo contó a los apóstoles quienes “oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron… Después de esto se mostró en otra forma a dos de los apóstoles que iban de camino y se dirigían al campo. Éstos, vueltos, dieron la noticia a los demás; ni aun a éstos creyeron”. Juan 20,9:Aún no se habían dado cuenta de la Escritura, según la cual era preciso que Él resucitase de entre los muertos”. nota 1: Esta incredulidad es alarmante, sobre todo porque los discípulos estaban previamente advertidos: “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres y le darán muerte, y muerto, resucitará al cabo de tres días” [Marcos 9,31; Mateo 16,21]; “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día” [Lucas 9,22]. En Lucas 24,7 los ángeles refrescan la memoria de las mujeres ante el sepulcro vacío: “Acordaos cómo os habló Jesús estando aún en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre había de ser entregado en poder de pecadores, y ser crucificado, y resucitar al tercer día”. nota 2: Resulta ilógico que apóstoles, escogidos por Jesús mismo y siendo testigos directos de milagros como la resurrección de la hija de Jairo, jefe de la sinagoga judía [Marcos 5,22-23,35-43] o la de Lázaro, el amigo de Jesús [Juan 11,1-45], no pudiesen creer que su maestro fuese capaz de escapar de la muerte tal como repetidamente había anunciado. Esto parecería indicar que el relato de la resurrección de Jesús sea un recurso literario ficticio empleado por los evangelistas.

 

LAS «APARICIONES» DE JESÚS


Juan 20,17: Después de resucitar, Jesús le replica a María Magdalena: “No me toques, porque aun no he subido a mi Padre”. Sin embargo [y aun sin haber «subido»], con Tomás es totalmente diferente: “Pon tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado” [Juan 20,27]. nota: ¿Por qué esta actitud de Jesús? ¿Por qué María Magdalena, una mujer, no podía tocarlo y Tomás, un varón, sí podía hacerlo? Sencillamente es un ejemplo de la discriminación que se hace al sexo femenino por parte del autor sexista de este evangelio.

Juan 21,1-14: La aparición de Jesús en el mar de Tiberíades no aparece en ningún otro evangelio: Dijo Simón Pedro: Voy a pescar... Y en aquella noche no pescaron nada. Llegada la mañana, se hallaba Jesús en la playa; pero los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús... Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrar la red por la muchedumbre de los peces... Jesús les dijo: Venid y comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarles: ¿Tú, quien eres? Sabiendo que era el Señor”. nota: Lo curioso de este relato es que parece indicar que Jesús tenía un nuevo cuerpo, sin marcas ni heridas de ningún tipo. Si fuese así, el mismo evangelista se contradice [“Habiéndoles hablado, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se regocijaron cuando vieron al Señor”: Juan 20,20].

 

LA ASCENCIÓN


Hechos 1,3 menciona que Jesús vivió entre sus apóstoles durante muchos días: “Se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”. Pero Lucas 24,13-52 presenta a un Jesús «resucitado» que asciende al cielo el mismo día de su resurrección. nota 1: ¿Fueron cuarenta días o uno solo? ¿Cómo puede haber este tipo de contradicción en dos libros que son atribuidos a un mismo autor por los teólogos e historiadores? Pablo de Tarso vendría a complicar aún más esta secuela de apariciones: “Después se apareció una vez a más de 500 hermanos, de los cuales muchos permanecen todavía, y algunos durmieron; luego se apareció a Jacobo, luego a todos los apóstoles; y después de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí” [1 Corintios 15,3-8]. nota 2: La «ascensión» de Jesús implica el argumento mitológico de que los seres divinos habitan en el cielo superior, o firmamento. ¿Sería adecuado para un autor «inspirado» insinuar o sugerir esta creencia fantasiosa?

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